El Hechizo de la Casa Corbitt (Campaña de La Llamada I)
Como ya comentara hace unas semanas, por fin empecé a dirigir la campaña de La Llamada de Cthulhu. Decidí que debía dirigirla en los años 20 y empezar, cómo no, en Estados Unidos, lugar del cual tenía más información en ese momento. Como gran parte de mis jugadores aún no había probado nunca La Llamada de Cthulhu, decidí hacer dos partidas que servirían para ver por dónde iría dirigida la partida y que les permitiría hacerse con sus personajes o cambiarlos en cualquier momento antes de entrar de lleno con la campaña, que será Horror en el Orient Express.
Antes de empezar a hablar sobre la partida, me gustaría señalar para no perdernos que puedes consultar un resumen sobre los personajes en esta otra entrada. ¿Todo listo entonces? Pues vamos allá.
Todo empieza con una serie de cartas enviadas a nuestros personajes. Steve es invitado por el FBI a investigar ciertos cabos que quedaron por resolver en un caso de hace ya unos años, en los cuales las pruebas periciales forenses fueron un tanto ambiguas. Alexander, conocido alpinista entre clientes adinerados, recibe una carta de un antiguo cliente solicitando ayuda para un amigo en Boston, que le pagaría convenientemente, pero que podría resultar peligroso. Oudry, por su parte, recibe la tercera carta. Esta carta es la más extraña de todas, en la que se escribe sin remitente para pedir que reuna información y recupere tres volúmenes de los que apenas se especifica nada en la carta, pero que están relacionados con el ocultismo y que sería cuestión de vida o muerte. Thaddeus Everett Windsord III es invitado por un colega tras una sesión de ouija a investigar con él una «casa encantada» que ha encontrado mediante un anuncio en un periódico local. Por último, Anthony es enviado por su entrenador en atención al mismo anuncio para buscar pruebas que pudieran incriminar al dueño de la casa en una conspiración relacionada con el tráfico de alcohol.
Los personajes se reúnen al día siguiente con el arrendatario de la finca, el cual relata los extraños accidentes que ha sufrido la familia que habitaba la casa en todo este tiempo. Algunos personajes como Steve, Alexander y Oudry se muestran suspicaces con el asunto, dado la gran cantidad de coincidencias que les ha llevado hasta aquí. Al margen de todo esto, los personajes aceptan, y reciben las llaves y un adelanto del dinero que se les pagará por sus servicios.
Cada grupo empieza a investigar decidiendo que su primer destino habría de ser el manicomio donde los padres de la familia estaban internados. Thaddeus se abre camino usando su carisma con una pequeña ayuda monetaria que les pone las cosas muy fáciles, hasta que se quedan a solas para interrogar al padre y a la madre, dispuestos en el mismo pasillo. El padre muestra un estado catatónico y no consiguen ninguna respuesta de él ni encuentran marcas de ningún tipo pese al experto exámen de Steve, el especialista forense. La madre, mucho más serena, comienza a relatarles que sentía una presencia maligna en la casa que provocó los accidentes, cebándose especialmente con su marido. Cuando llega a una parte en la que incide sobre unos malévolos ojos rojos que la observaban, pierde el control y convulsiona entre gritos. Alexander tapa su cara con una almohada, lo cual provoca la alarma entre sus compañeros, que tratan de detenerle sin mucho éxito. El celador corre al pasillo al oír los gritos sofocados para encontrarse con una escena de lo más pintoresca que no le hace mucha gracia. Al final, Steve se impone como experto en medicina y seda a la mujer hasta que se queda en un estado de semiinconsciencia mientras Thaddeus lidia con los recelos del celador, al cual soborna para permitir a Oudry hablar con el doctor que lleva el caso y que se olvide de lo que acaba de pasar.
Oudry se entera por el doctor del estado de los dos pacientes y les dice que sus hijos se encuentran a varios kilómetros de aquí. La investigación prosigue hasta el día siguiente, y únicamente Anthony se arriesga a una pequeña incursión en los alrededores de la casa, que le permite saber que existe una iglesia muy cerca de ahí parcialmente derruida, aunque finalmente decide dejarlo pasar y comunicarle sus compañeros al día siguiente. Tras las últimas etapas de la investigación, y con la información de que varios niños habían desaparecido en las cercanías de la casa hace varios años, junto a la redada que se realizó a los practicantes de la iglesia de la localidad cercana y un juicio muy poco esclarecedor del que poca información pudieron reunir, los investigadores deciden investigar directamente en la casa, obviando la iglesia.
Todo parece tranquilo alrededor de la casa, una vez consiguen entrar en ella, no encuentran mucha cosa. De pronto, un ruido de pisadas ligeras y una sombra que sube las escaleras hacen perder la calma a Steve, que sube intranquilo por las escaleras hasta encontrarse cara a cara con un simple gato. Comienzan a investigar varias habitaciones. Una de ellas vacía excepto por el esqueleto de una cama, la habitación de los padres, y la de los niños. A partir de entonces las cosas comienzan a complicarse. Alexander se encontraba en la habitación de los críos cuando de pronto se fija en que todos los muñecos de la habitación, antes colocados como en una habitación normal, ahora han girado todos su cabeza hacia la pared que da a la habitación contigua. Steve entra a investigar en solitario esta habitación donde se hallaba el armazón de la cama y oye el sonido de uñas rascando el cristal de la ventana. Al acercarse a investigar, el armazón salta como impulsado por un resorte invisible contra él. Afortunadamente, consigue esquivar el armazón de metal, que rompe con un estruendo los cristales.
Con los nervios a flor de piel, los investigadores deciden bajar al sótano de la casa, la última zona que les quedaría por explorar. Alexander se queda arriba y los investigadores abajo son atacados por un cuchillo que cobra vida súbitamente. Steve es de nuevo el atacado en esta ocasión, pero logra salir indemne, además de conseguir clavar con fuerza el cuchillo a la pared y evitar así otro nuevo ataque. Al tiempo que los demás investigan el resto del sótano, una larga y horrible mano sale de lo que parece una grieta del suelo justo al lado de Alexander. El alpinista logra disparar en repetidas ocasiones pero debido a su nerviosismo, falla en todos sus intentos. Con la extraña criatura fuera de la grieta por entero, Alexander es atacado por un súbito terror, pero atina a seguir disparando aunque sin éxito, aunque recibe un impacto con sus garras que deja su pecho cruzado por unas sangrientas heridas. Thaddeus, que se encuentra justo a la espalda del monstruo, logra propinarle un par de tiros con su derringer, que lo deja malherido, permitiendo a Alexander escapar al piso superior y saltar desde una ventana, lastimándose la pierna por la caída, aunque sólo un poco. Huye presa del terror calle abajo en dirección contraria a la casa.
El monstruo se gira y comienza a atacar a un desesperado Thaddeus, que mal que bien consigue defenderse con su estoque. Steve apoya a Thaddeus con su arma a pesar de que no es capaz de provocarle un daño considerable a la bestia. Mientras Oudry hace por arrancar los tablones de la pared desesperada, Anthony aferra su bate y golpea repetidas veces la cabeza del monstruo con él, hasta que consigue dominarle y yace muerto a sus pies. Debido al tremendo impacto de la aparición, Thaddeus huye también de la casa despavorido, Steve comienza a ver monstruos donde no los hay y dispara o ataca a las ratas que salen del agujero practicado en la pared por Oudry. Anthony siente que la compulsión se apodera de él y sale a la calle, donde comienza a tragar tierra a puñados para tratar de calmar el fuego que siente en el estómago. Oudry, por su parte, y ajena al descubrimiento de esta criatura, se obstina en desprender el resto de tablas que hay tras la doble pared al descubrir que puede que exista una habitación sin inspeccionar al otro lado de ese muro de madera.
Una vez Alexander logra tranquilizarse, se topa con Thaddeus. Alexander recomienda quemar la casa, y a pesar de la actitud dialogante de Thaddeus, la conversación se tensa por momentos. Alexander no está dispuesto a ceder, y cree que a sus compañeros les valdrá un aviso antes de prender fuego a la casa que previamente tiene pensado impregnar de combustible. Cree haber visto al diablo, y al notar la actitud tensa de Thaddeus y verle desenvainar su estoque, recurre a su pistola para apuntarle a la cara. Thaddeus es más rápido, y con un golpe excelentemente ejecutado, logra arrancar el arma de las manos de Alexander, el filo de la espada ahora reposando sobre su cuello. Recomienda a Alexander calmarse y volver junto a él a la casa para ver en qué estado se encuentran sus amigos. Finalmente, Alexander accede a regañadientes, empuñando unos instantes su arma de nuevo hacia Thaddeus, que le da la espalda y se marcha con junto a él, con su palabra de caballero de por medio.
Oudry, Steven y Anthony, mientras tanto, dan con la sala tras abrir un agujero en la pared de madera. Allí encuentran diversos papeles muy estropeados con símbolos zodiacales escritos en ellos. Un cadáver a medio enterrar en una esquina y otro cadaver mucho más viejo en un altar en el centro de la sala. Mientras Oudry busca una manera de llevarse los papeles sin destruirlos, Alexander y Thaddeus pasan a la casa y atraviesan el agujero justo tras permitir que el alpinista constate que no se debía tratar del diablo la criatura a la que enfrentaron, ahora deshaciéndose en un charco en el suelo de las escaleras.
Steven examina el cadáver, que parece pertenecer a Walter Corbitt, y éste abre los ojos, que brillan con un fulgor rojizo y se abalanza para tratar de asfixiar al agente. Éste logra soltarse y dispararle, sin mucho éxito. Thaddeus dispara fallando también, así como Alexander. Ninguno logra hacerle ningún daño. Thaddeus saca la espada y ataca a la criatura sin lograr tocar su piel, aunque su golpe iba bien dirigido, una especie de barrera le impide que su ataque tenga éxito. Anthony también lo intenta con idénticos resultados. En ese momento, Corbitt alza la mano y toma el control de Steven, que dispara a Anthony sin provocarle ninguna herida. Alexander, temiéndose lo peor, apunta a Steven, que cree que está poseído, y le descerraja dos tiros, del cual uno impacta y derriba malhiriendo a Steven y dejándole inconsciente durante unos segundos. Thaddeus logra encajar otro golpe, pero sigue sin ser efectivo y Anthony logra por fin arrancar unos pedazos de la piel del hombro a Corbitt con su bate. Alexander agarra a Thaddeus e intenta marcharse por el agujero, aunque sin éxito pues Corbitt le posee ahora a él y hace que dispare a Anthony, el cual se libra una vez más. En represalia, Thaddeus logra arrancar un mayor pedazo de piel a Corbitt y el golpe final llega de la mano de Anthony, que hace volar la cabeza del cadáver por toda la habitación.
Tras unas amargas palabras entre Steven, Alexander, Oudry y Thaddeus acerca del disparo del alpinista al otro investigador, todos salen a la calle. Heridos y maltrechos, comprenden que la presencia maligna ha abandonado definitivamente la casa, y que su trabajo ha concluido. En una alucinación, Oudry cree estar hablando con su ayudante, pero nada más lejos de la realidad. Anthony les recuerda que queda la iglesia por explorar, y se encaminan allá. Dentro de la iglesia les parece ver un signo de tres Y formando un triángulo con un punto dentro, a modo de ojo, y lo cual les provoca dolor de cabeza. Según investigan la iglesia, el suelo se colapsa y Thaddeus cae al fondo, quedando malherido pero descubriendo los diarios ocultos de la iglesia. En esos diarios, los investigadores descubren que efectivamente Walter Corbitt fue enterrado en el sótano de su antigua casa y que la criatura que han destruído pertenecía a Corbitt. Oudry también encuentra un libro en muy mal estado que se llevan a casa.
Tras cobrar la recompensa, los investigadores se reponen de sus heridas y tienen tiempo para lidiar con lo que se han enfrentado. Ahora saben que existen otras cosas allá fuera y que no están seguros. Oudry y Thaddeus comienzan a aprender juntos los rudimentos de una especie de magia que quizás no estuviera pensada para que la conocieran mentes mortales como las suyas…
La primera imagen tiene licencia abierta de uso. La segunda imágen se titula IMG_2711 y su autor es bobjfindlay. La tercera imágen se titula Eastern State Penn – Cell 2 y su autor es Sarcasmo. Estas últimas dos fotografías tienen licencia CC By-NC-SA
Habéis continuado la partida?
Te pido mil perdones, Kokuro. Sé que te contesto tardísimo. Sí, hemos seguido con la partida. Está en preparación ahora mismo la entrada de la segunda partida. En cuanto al grueso de la crónica (en la cual vamos a jugar Horror en el Orient Express) a día de hoy estoy preparando las primeras sesiones. Sólo puedo desvelar que los jugadores lo están disfrutando mucho, especialmente tras estar tan acostumbrado a juegos de corte más fantástico y menos encarados al horror de ese estilo.
¡Muchas gracias por comentar!