La Llamada – Horror en el Orient Express III: Nocturne
Tras más de seis meses de ausencia, volvemos con la siguiente entrega de la crónica de La Llamada de Cthulhu con nuestros protagonistas de siempre. Esta es la tercera entrega de la serie y quinta historia acabada hasta ahora. Abajo dejo unos links para que no os perdáis:
Protagonistas de la campaña de La Llamada de Cthulhu
Horror en el Orient Express I: Bailarines en la Niebla de la Tarde
Horror en el Orient Express II: Les Fleurs du Mal
Tras una noche de festejos y con la sobrecogedora actuación de Caterina Cavollaro, el grupo continúa su periplo deteniendo su viaje en Lausana, Suiza. De su siguiente pista tienen sólamente la carta que Christian Lorien les entregó en Poissy, Francia; con una dirección y el nombre de Edgar Wellington en mente, se encaminan a su próximo destino. Una hora más tarde, encuentran la vieja tienda de taxidermia, regentada por el mismo Edgar y su hermano William.
Edgar invita a los investigadores a un café mientras les cuenta sobre su hermano y su propia actuación durante la Gran Guerra. No pasa mucho antes de que el tema del rollo de Sedefkar salga en la conversación. Aunque poca información logran sacarle a Edgar sobre él, sí anuncia que estaría dispuesto a deshacerse del pergamino en una subasta que tendrá lugar esa misma noche. Entra entonces el Duque Jean Floressas Des Esseintes, compañero de aficción por el ocultismo al igual que Edgar, y sumamente interesado en la subasta. Aunque Thaddeus intenta negociar una gran suma de dinero para obtener inmediatamente el pergamino, su intento no da frutos, y Wellington despide a los investigadores pidiendo como favor a Des Esseintes que haga de guía por Lausana a tan ilustres invitados.
La conversación entre investigadores y Des Esseintes se desarrolla de forma natural mientras visitan varios lugares claves de Lausana, como La Catedral, donde pueden contemplar la estatua de Otto de Grandson, la Biblioteca Cantonal y el mirador Le Signal. Thaddeus no desperdicia el tiempo y la conversación gira en torno a compartir el pergamino, pero Des Esseintes se niega con educación, alegando que sería él quien obtendría el pergamino, pero que dejaría entonces a los investigadores estudiarlo. Sin más, el Duque se despide en Le Chat Noir hasta la hora acordada, cuando se celebraría la subasta.
Tras una larga conversación, Oudry se dirige junto a Alysanne a la Biblioteca del Cantonal, donde descubren un raro ejemplar de Unaussprechlichen Kulten, de Friederich von Juntz. Sabiendo el valor del libro, y pese a su deteroriado estado, Oudry decide hablar con Thaddeus de su descubrimiento, ideando un plan para robar el libro sin llamar demasiado la atención. Thaddeus entonces se dirige a la biblioteca, y provoca un pequeño incendio. Una vez el humo empieza a hacer acto de presencia en la sala, Thaddeus grita fuego, actuando de forma magistral para imprimir desesperación en sus gritos, y Alexander junto a Anthony le siguen el juego, huyendo y provocando el caos en la biblioteca. En ese momento, Oudry se guarda el libro y se dirige a la salida, pero es interceptada por un guardia, que parece haberla cazado en mitad de la faena. Nada que no pueda resolver Thaddeus con un buen soborno. Finalmente, el movimiento tiene éxito y los investigadores logran escapar con el libro entre sus manos.
Cuando las cosas se calman, ya es prácticamente la hora de volver a Le Chat Noir para la subasta, pero grande es la sorpresa de los investigadores cuando descubren que en la mesa acordada donde se celebraría la subasta se encuentra un completo desconocido. Maximillian von Wurtheim se presenta ante ellos, disculpándose por la tardanza de Wellington y Des Esseintes, que se retrasarán debido a negocios de última hora. Wellington se muestra como un gran orador, aunque según la conversación avanza, su historia va volviéndose progresivamente más inverosimil. Durante la larga charla, Anthony consigue escabullirse de la reunión para ir a buscar por sí mismo a Edgar, seguro de que Maximillian está intentando ganar tiempo en su contra. Mientras, la conversación se vuelve progresivamente más pesada, pero ahora es el turno de Thaddeus de entretener a Maximillian para dar tiempo a Anthony a averiguar qué es lo que está pasando.
Visiblemente nervioso por la larga ausencia de Anthony de la mesa, Maximillian se disculpa alegando que ya es tarde, y que no cree que nadie vaya a aparecer ya por el café. Se despide y le pregunta a los investigadores si podrían ellos encargarse de la cuenta, puesto que él parece haber olvidado la cartera. Con una media sonrisa, Thaddeus acepta pagar su parte y Maximillian abandona Le Chat Noir. A una señal de Thaddeus, Alexander sale en persecución de Maximillian.
Las noches de Lausana son frías, pero Alexander es un veterano de guerra, un auténtico soldado, y sigue a Maximillian manteniendo una distancia prudente. Éste termina por darse cuenta de que le siguen, e intenta perder de vista a Alexander por los callejones, por supuesto, en vano. Cuando logra darle alcance, un Maximillian resollante y visiblemente asustado se encara a Alexander. «¿Qué demonios quiere de mí?» Alexander responde entonces con un tono mortalmente serio, sus ojos clavados en los de él. «Herr Windsord me envía para llevarle en coche a su residencia». Sus palabras y la entonación confunden totalmente al perseguido, que insulta a Alexander y se aleja por el callejón andando aún inquieto. En ese momento, Alexander saca su arma del abrigo y le descerraja dos tiros por la espalda. Los disparos resuenan en la calleja abandonada justo antes del sordo golpe contra el suelo del cuerpo ya sin vida de Maximillian. Alexander comprueba su cartera, parece ser que sí la llevaba encima, y se queda con su documentación, abandonando el cadáver a su suerte sin más ceremonias.
Mientras tanto, Anthony consigue llegar a la tienda para darse cuenta de que la puerta delantera está abierta. Pasa sin pensárselo dos veces, y enciende la luz, cerrando la puerta tras de sí. No pierde detalle de la primera planta del piso, pero no encuentra nada sospechoso. Se encuentra con la puerta trasera cerrada a cal y canto, y decide abrirla a patadas ante el súbito temor de que se hallara algo oculto tras ella. La calle y nada más. Haciendo de tripas corazón, toma un martillo de la mesa del taller y decide subir a la segunda planta. Ahí mismo pasa a la habitación de Edgar y encuentra lo que parece su cadáver tendido en la cama. Se encuentra con un bote vacío de morfina, junto a otro que parece lleno con una etiqueta que dice «Lausana de Ensueño». Debajo de la cama encuentra un diario y un pergamino, tomando ambos junto al bote y, justo antes de salir de la habitación, oye pasos y voces en la planta de abajo. Anthony aferra con fuerza el martillo entre sus manos preparado ante un nuevo enfrentamiento.
Cuando suben los dos policías, Anthony ya les espera en posición de ataque. Los agentes gritan algo en francés, pero Anthony no lo entiende y decide pasar a la acción, blandiendo su martillo sobre su cabeza. Ambos abren fuego sobre el deportista, y a pesar de la corta distancia, Anthony recibe un disparo en el hombro que le desequilibra. No queriéndose rendir, vuelve a la carga para recibir apenas el arañazo de una segunda bala. A punto de conectar un tercer golpe con el martillo a uno de los agentes, una gran herida se abre en su pecho. El dolor recorre su cuerpo como una descarga eléctrica, cayendo fulminado al suelo.
El resto de investigadores, ya reunidos y con Alexander asegurando que se había encargado del problema, se encaminan a la tienda de Edgar. Una vez llegan, ven el lugar precintado y con policías por todas partes. Thaddeus y Steve se acercan para hablar con el que parece estar al cargo y le preguntan sobre lo ocurrido de forma casual. Invitándoles a un cigarrillo, el jefe de policía les comenta que han abatido a un asesino en la escena del crimen, y que el mismo se encuentra muy malherido. Se encaminan entonces al hospital, donde Steve con la ayuda de Thaddeus logra que les entreguen los efectos personales de Anthony y puedan verlo. Una vez pasan a la habitación, pueden ver su compañero postrado en la cama con el pecho vendado y conectado a un respirador. Steve entonces hace uso de su conocimiento de medicina para confirmar que Anthony se encuentra en estado crítico, así que, sin nada que perder, le inyecta parte del contenido del frasco. Se asegura de que su amigo no se encuentra en peligro y reconoce los efectos de un anestésico sin poder dar más datos. Tras hablar y entregar el frasco y el diario a Steve, Thaddeus rompe el sello del pergamino decidido a revisar qué contiene, pero no contiene ni una sola palabra escrita. En ese momento decide que él también quiere probar el contenido de ese frasco, así que se sienta en un sillón en la misma habitación del hospital y se deja inyectar una dosis del fluido.
Anthony despierta en la habitación, a solas, conectado aún al respirador. Se arranca el artefacto y decide investigar el hospital. No tiene recuerdos de ese lugar, y se extraña aún más cuando nota lo viejo que es el sitio, con apenas unas antorchas para iluminar la estancia. Decide salir del hospital, impactado por lo que se encuentra en el exterior: es, quizás, la misma Lausana, pero mucho más antigua. La calle está cubierta de arena y ligeramente empedrada, y en algunas esquinas puede observar cadalsos con cadáveres de gente colgando. Se adentra en una callejuela, atrayendo a un campesino que pasaba por la zona, al cual noquea y roba la ropa, cambiándola por la que llevaba en el hospital. Decide entonces dirigirse hacia el camino que anteriormente le llevaría hacia la tienda de los Wellington, pero entonces es Taddeus quien aparece. Anthony decide ir con él a la tienda, igualmente sorprendido ante lo que ve.
En la Lausana real, mientras todo esto sucedía, Steve anuncia a Alexander y Oudry lo que ha ocurrido. Propone usar el mismo fluido por si tuviera algún efecto sobre Oudry y Alexander, pero este último se niega rotundamente. Empieza una acalorada discusión en la cual se sugiere que sea Steve y no Alexander quien tome la pócima, mientras Oudry lee ávidamente el diario de Edgar y va desentrañando la información que este contiene. La discusión prosigue, ningún investigador cede terreno.
Y en la Lausana de Ensueño, Anthony y Thaddeus llegan a la tienda. Desde aquí, comienzan a investigar cada rincón, descubriendo que el pergamino que tiene Thaddeus no era más que una falsificación, y signos de lucha en la misma habitación. Ni rastro del pergamino real. Al cabo de un rato, empiezan a oir unas campanas y salen para ver a dónde les conduce. La gente de Lausana se dirige en la misma dirección, y se encuentran caminando todos hacia al mismo punto.
La discusión en el hospital no cesa, menos aún cuando Oudry les anuncia que el pergamino se encuentra en la Lausana de Ensueño, y que el el tónico fue proporcionado a Edgar por el Duque. Steve decide finalmente abandonar a Anthony y llevar el cuerpo inconsciente de Thaddeus al tren para mantenerlo a buen recaudo para después tomar ellos mismos del bote etiquetado como Lausana de Ensueño. Alexander se niega en un principio, pero al final les deja hacer. Cuando Oudry y Steve se alejan con un Thaddeus incosciente, Alexander se dirige apresuradamente a buscar un guardia del hospital. Una vez allí, anuncia que un hombre ha sido secuestrado por dos personas. Como secuestrado describe a Thaddeus, y como criminales a Steve y Oudry. El guardia llama a sus compañeros y se apresuran a la habitación de Anthony, pero no encuentran ni rastro de las personas descritas por Alexander. Confundidos, ambos guardas señalan que no pueden hacer más, y aconsejan a Alexander que se dirija a comisaría para denunciar el secuestro. Éste, habiendo fallado en su propósito de detener a Steve y Oudry, decide volver al Orient Express con ellos y cuidar de Thaddeus. No tarda mucho el grupo en llegar abordo del Orient Express. Oudry y Steve se encierran juntos en una cabina, en la cual se inyectan el líquido, mientras el dormido Thaddeus es protegido por Alexander.
De vuelta en la Lausana fantástica, los investigadores se topan con un interminable desierto de ceniza que les irrita las vías respiratorias. Al fondo, el marco de una puerta sin nada que lo sujete, la cual se abre con facilidad dejando pasar a Oudry y Steve, que aparecen en la tienda. Tras una somera investigación, deciden marchar en dirección a las campanas, con la esperanza de encontrarse con Thaddeus y, quizás, con Anthony.
Durante el viaje de los dos grupos, ambos se encuentran con una serie de señales que parecen guardar cierta relación con el pasado, presente y futuro que les aguarda. Cada uno de ellos más extraño que el anterior. Sin poder hacer otra cosa que seguir el tañido de las campanas, cada uno sigue adelante, hasta que se encuentran en la plaza central de Lausana. En medio del tumulto, una plataforma se alza en medio, con tres figuras sobre ella. La primera parece ser la estatua de Otto de Grandson, la segunda es la figura maniatada de Edgar Wellington. Junto a él, una tercera oculta tras una capucha. En ese momento, el hombre oculto bajo sus ropajes habla de tener justicia sobre Edgar, llamando a que se le juzgue. Se descubre como el Duque Des Esseintes, que en este lugar es simplemente conocido como el Príncipe.
El Príncipe entonces hace una petición a la multitud, buscando a alguien que pueda defender el honor de Edgar ante el tribunal, que será la estatua de Otto. Los investigadores se muestran dispuestos, y tras un sangriento ritual para despertar a la estatua, entre clamores enfervorecidos, comienza el juicio. Edgar promete el pergamino a los investigadores si son capaces de sacarle de esta situación. Ante la clara intervención de Thaddeus anunciando que Edgar ya está muerto, éste le quita importancia al asunto. «Es sólo un sueño, simplemente despertaremos».
El juicio comienza y se dan tres graves acusaciones. A pesar de tener a su lado al pueblo de Lausana, los argumentos de el Príncipe son aplastados sin piedad por los investigadores, erigiéndose Thaddeus como portavoz principal. Sólo en la tercera acusación se desvela que Edgar guarda conocimientos prohibidos escritos en el pergamino, y Thaddeus pregunta si no sería lógico que, dada la peligrosidad de ese conocimiento, no sería mejor destruir el pergamino sin más en ese mismo momento. Ante el asombro de todos, saca la falsificación del pergamino y rápidamente le prende fuego. Una vez destruida la prueba, se acaban los argumentos de la acusación, y la estatua les señala a ellos como vencedores del juicio. Sin mediar más palabras, los investigadores se marchan acompañados por Edgar.
En su camino de vuelta a la tienda, con intención de recuperar el manuscrito, Thaddeus le dice a Anthony que está a punto de morir. Esto infunde en Anthony un nuevo sentido a sus actos. El Príncipe, por su parte, pide la sangre de los investigadores, que escapan entre golpes de la enfurecida turba hasta llegar a su destino. Edgar recoge el pergamino, Thaddeus comprueba que todo está en orden, y marchan por la puerta en dirección al Orient Express, una vez más en el desierto de ceniza. Mientras escapan, Anthony derriba al oso disecado y lo usa de barricada, atacando a todo aquel que intenta seguirles.
Mientras los personajes suben abordo del Orient Express, Edgar y Anthony se dan cuenta de que no pueden escapar con ellos. Así pues, Edgar desaparece mientras el sueño se desvanece y Anthony, quizás por última vez, se lanza a la carga en un ataque suicida contra los perseguidores para darle tiempo a sus compañeros a escapar de la turba. Todos los investigadores, a excepción de Anthony, despiertan a bordo del Orient Express, que parte en ese mismo momento.
Ya a salvo, los investigadores leen la traducción del Pergamino de la Cabeza: una serie de escritos confusos sobre los pensamientos y profecías de Sedefkar sobre la inminente pérdida del Simulacro. Thaddeus se encierra tras esto en su cabina con la orden para Alexander de no ser molestado bajo ningún concepto. Comienza a Convocar a un Vagabundo Dimensional para perseguir a Des Esseintes y darle una orden muy clara: búscalo en su mansión y haz que su cabeza descanse en un extremo de la casa mientras el cuerpo lo haga en el otro extremo.
Oudry decide entonces ir a desayunar al vagón restaurante, pero cual es su sorpresa al darse cuenta de que el Duque (el Príncipe) está a bordo del Orient Express, el cual la aborda con amenazas para recuperar el pergamino, pues Anthony confesó entre torturas que ahora estaba en su poder. Ella se niega a dárselo, aduciendo que no lo tiene, y el Duque se dirige entonces a los vagones de las cabinas con el objetivo de arrancarles el pergamino a los investigadores en mente. En ese momento, se encuentra con Steve, al cual solicita exactamente lo mismo. Steve no se lo piensa dos veces y saca la pistola, disparando sin mucha suerte.
En ese momento, Anthony despierta en lo que parece una cámara de tortura. Sus recuerdos son nebulosos, pero logra recordar que ha sido brutalmente torturado por el Príncipe. Sigue en la Lausana de Ensueño, y consigue liberarse a duras penas de sus ataduras para escapar. Cuando emerge de la celda, se da cuenta de que se encuentra en la mansión del Duque. Sin más moros en la costa, se dirige a la habitación del Duque intentando no ser detectado. Allí se encuentra el cuerpo dormido del Príncipe, así que toma una almohada y empieza a asfixiarlo.
Steve sigue enfrentándose a el Duque, que murmulla unas palabras de poder mientras evita los disparos del médico forense sin moverse del sitio. Una vez ha concluido su hechizo, el brazo derecho de Steve comienza a dolerle terriblemente, y la carne se arruga y angosta por los efectos del hechizo. Steve logra cambiar el arma de mano y continúa disparando, fallando una vez más en su cometido. Alexander, viendo la situación, derriba la puerta de Thaddeus justo cuando este ha concluido su ritual. Ambos se encierran en la cabina para evitar que nada les ocurra. En el último momento, el Duque se desvanece.
Al otro lado de los sueños, Anthony se levanta triunfante sobre el cadáver del ya difunto Príncipe. Con una sonrisa de satisfacción en los labios, se dirige afuera de la mansión, por fin libre.
Hasta aquí la tercera historia de la campaña. Tras una larga lucha, termina la partida y el grupo con el que partieron en un principio empiezan a menguar. Próxima parada: Milán, Italia.
Saludos y abrazos.
Tertulia friki