La tenebrosa ambientación de Dark Souls

Cómo me gusta Dark Souls. No, de verdad, me encanta esa saga de juegos, y no sólo los de la saga Dark Souls, sino Demon’s Souls también. Ya aparte de que la jugabilidad me encante de por sí, que me guste el desafío que representa, hay algo que me hace desear volver una y otra vez sobre estos juegos, y eso es la ambientación.

Si has jugado a alguno de los Dark Souls, esto ya te resultará familiar, pero sólo por si acaso voy a dedicarle algunas líneas para describir la ambientación. Dark Souls, en general, nos mete en la piel de un guerrero no muerto. Sin saber apenas nada de nuestra vida anterior, somos empujados a un mundo enorme pero oscuro y traicionero. Todo lleno de maravillas y con una historia contada de forma subrepticia mediante descripciones de objetos y pistas que podemos investigar u obviar a lo largo del juego. Mientras que el mundo es tremendamente detallado y la historia avanza, no es necesario que entendamos esta historia para continuar.

La atmósfera en Dark Souls es triste y domina todas y cada una de las localizaciones que podemos visitar. La sensación de soledad sólo es interrumpida por los mensajes que pueden dejar otros jugadores en el juego en un intento unilateral por comunicarse con el resto del mundo, cosa que también nosotros podemos hacer. A veces existe la posibilidad de invitar a nuestro propio mundo a otros jugadores o personajes no jugadores para que nos ayuden con nuestra cruzada, aunque esto también es un arma de doble filo, pues igual que podemos invitar a otros para ayudarnos, otros personajes más oscuros pueden invadir nuestro mundo para intentar destruirnos. Sin embargo, esta no es la tónica general, y en muchas ocasiones tendremos que vagar por el mundo solos, con el peligro acechando a la vuelta de cada esquina.

No sólo es una sensación de soledad, sino que varios lugares a visitar serán ruinas de antiguas civilizaciones. Pueblos ahora abandonados donde moran unas criaturas conocidas como huecos: muertos vivientes que han perdido su libre albedrío y ahora son poco más que bestias cuyo principal objetivo es aniquilarnos. Incluso en los momentos en que podemos maravillarnos de las increíbles construcciones apenas dañadas de imperios que cayeron hace cientos de años, la sensación de soledad no acaba de abandonarnos, y puede que se trate, en más de una ocasión, de una mera ilusión.

La opresión de otros lugares menos transitados, como podrían ser las alcantarillas de una ciudad o los callejones y recovecos de un castillo abandonado no hacen sino añadir más impacto a ese abandono generalizado. Las criaturas que «viven» en estos lugares son tan peligrosas o más aún que los huecos, lo que hace que evitemos pasar por alto los lugares que visitamos, sin perder detalle alguno.

Existen momentos peligrosos, y los que más lo son suelen aparecer de la mano de ciertos demonios, que ejercen como jefes durante todo el trayecto. Son pruebas duras por lo general, aunque no imposibles, sí ciertamente injustas en más de una ocasión. Los otros personajes no jugadores que cohabitan Dark Souls tienen sus propias motivaciones, algunas veces más claras pero, a menudo, más siniestras. Sólo unos pocos nos ayudarán de forma totalmente altruista, aunque por desgracia sus caminos se vean truncados de forma trágica y dramática. Esta es la naturaleza de Dark Souls.

Y es que ese mundo se encuentra amenazado. En los tiempos antiguos, en un momento indeterminado hace mucho tiempo, la tierra estaba devastada y era dominada por los dragones inmortales. Entonces llegó el fuego, y con el fuego llegó una miríada de conceptos contrarios hasta ahora nunca vistos, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, el calor y el frío. Desde las sombras surgieron aquellos que supieron encontrar las almas de los dioses caidos, que habitaban entre las llamas. Entonces surgieron seres que tomaron prestado los poderes de los dioses, y estos se enfrentaron a los dragones que dominaban el mundo. Nito, el primero, fue el primer mortal en morir y dominaba sobre los reinos de la muerte y la enfermedad. Izalith y sus hijas del caos dominaron la magia. Gwynn fundó sus órdenes de caballería enarbolando su título del señor de la Luz Solar, y por último el Pigmeo, una criatura que terminó creando la vida y, por ende, a la humanidad.

Gracias a la traición de Seath el Descamado, un dragón albino que no era inmortal, Gwyn, Izalith y Nito pudieron comenzar con el ataque. Gwyn destruyó las duras escamas de los dragones con sus rayos, Izalith convocó tormentas de fuego que quemaron a los dragones ya debilitados por Nito, el cual conjuró la enfermedad que no encontró oposición una vez fueron despojados de sus escamas los antiguos dragones. Así, los dragones perdieron la batalla y la era del fuego dió comienzo, en la cual la humanidad prosperó.

No obstante, la llama de la primera hoguera se debilitó con el tiempo hasta sólo quedar ascuas de ella. La luz del fuego terminó para dar paso a la era de la oscuridad, durante el cual las criaturas vivas nacían y morían sin llegar a conocer la luz del sol, viviendo bajo una permanente noche. En ese momento la marca oscura, la marca que señalaba aquellos elegidos para convertirse en no muertos empezó a aparecer. Aquellos marcados por la señal oscura serían condenados a morir y renacer una y otra vez hasta volverse huecos o cumplir con la profecía.

Pues se dice de esta profecía que entre los no muertos surgiría un elegido que traería una vez más el fuego a la primera hoguera, restaurando durante un tiempo limitado la edad del fuego, o elegiría abrazar a la oscuridad y dar una oportunidad a los humanos de resurgir de las cenizas y seguir su propio camino, más allá de la influencia de los dioses antiguos.

En Dark Souls, la primera entrega de esta trilogía, nosotros somos ese no muerto elegido, así que recae sobre nuestros hombros esta responsabilidad. ¿Qué camino elegiremos? Al final dará igual: lo importante es el viaje. Y es el viaje lo que hace tan interesante a Dark Souls, a Demon’s Souls. Teniendo en cuenta que Demon’s Souls sería un primer juego sin enlace con la posterior saga Dark Souls, sin embargo sí sienta las bases de lo que este llegará a ser. Cada entrega de Dark Souls está bastante separada en el tiempo de las anteriores no por un puñado de años, sino por edades enteras donde imperios fueron creados y destruidos, así es como mientras en Dark Souls tenemos más contacto con estas criaturas míticas, en Dark Souls 3 su papel se va quedando relegado al olvido y la leyenda.

Al final son los hijos nacidos de la llama del pequeño Pigmeo aquellas criaturas que vendrían a decidir el verdadero resultado de lo que iba a pasar en el mundo de Dark Souls. Y quizás existan ciertos errores en este artículo, claro. Sin embargo, espero poder haber picado vuestra curiosidad y, con suerte, que os maraville este mundo tanto como a mí. Que os haga querer adentraros en él y disfrutarlo. En vuestras manos está. ¿No sería genial tener una adaptación de este mundo a los juegos de rol? Me encantaría probarla, no sé si a vosotros también.

Vamos a dejarlo ya en este punto. Por supuesto, queda mucho por decir de Dark Souls y demás juegos relacionados, pero os dejo espacio para que lo descubráis vosotros mismos si queréis. Nada más por el momento. Nos despedimos hasta una próxima entrada.

Saludos y abrazos.

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