Los bajos fondos de Candance
Buenas a todos una semana más. ¿Y qué historia os traigo esta vez para hablar con vosotros? Pues hoy toca hablar un poco más de la ciudad de Candance, de la cual ya hice una pequeña presentación hace un tiempo en esta otra entrada. Candance es una ciudad de contrastes: opulencia y miseria, hambre y vicio, vida y muerte. Mientras que cierta facción religiosa se vuelve a cada paso más exaltada, los ricos más ricos y los pobres más pobres, las pisadas de mercenarios y soldados retumban al norte, acercándose a Candance.
El pueblo de Candance se halla dividido, pero no faltan oportunistas ni siquiera en los lugares más miserables. No resulta extraño, incluso en una ciudad que acapara gran parte del comercio del sur, que los parásitos prosperen a la sombra de los poderosos. Rateros de todo tipo, asesinos sin escrúpulos capaces de hacer prácticamente cualquier cosa por dinero, bandas de ladrones más o menos organizadas. Estos sujetos prosperan en detrimento de otros a su vez más vulnerables. La competencia es importante, pero en su mayoría se encuentran desorganizados y divididos. El egoismo no es especialmente conocido por ser buen amigo de la cooperación.
Algunos de ellos han sido esclavos en algún momento de sus vidas. Y a eso podríamos llamarlo suerte, porque pocos esclavos consiguen escapar de las fuertes medidas de vigilancia de sus dueños. Sin embargo, hay que considerar que este tipo de «suerte» no suele ir aparejada de la libertad para escoger su propio camino. La pobreza y el hambre hacen presa fácil de almas que han de vivir escondidas para no arriesgarse a ser encontradas por los agentes de sus antiguos amos. No es raro que una cierta cantidad se dedique a robar para sobrevivir o actos aún peores. A menudo, aquellos esclavos fugados son perseguidos, cazados, asesinados. Otra vez es cuestión de suerte, porque los menos afortunados acaban en la arena donde son obligados a pelear para alborozo de los que pueden permitirse presenciar semejante espectáculo. Eso si no son torturados y usados como juguetes por los «contratantes», a pesar de que la tortura de esclavos esté extremadamente mal vista entre la gente pudiente y sea, de hecho, ilegal.
Aunque en su mayoría los gladiadores de las arenas tengan un final sangriento e injusto, no faltan aquellos que son comprados por cierto precio para que acaben formando parte de sus ejércitos o, incluso, regimientos mercenarios que aprecien la brutalidad y habilidades de supervivencia de unos pocos para incorporarlos a sus filas. Aún así estamos hablando de una oportunidad que rara vez llega a verse realizada. La vida útil de un gladiador en las arenas está marcada como cinco años máximo, tras lo cual han de ser retirados para seguir sirviendo de otra manera a su contratante o ser liberados con una modesta cantidad de dinero como compensación. Esto se cumple a rajatabla… teniendo en cuenta el decreciente número de ellos que consiguen sobrevivir todo ese tiempo. Ser liberados puede parecer una bendición, al fin y al cabo, pero es lógico por otra parte: algunos acaban tan deteriorados tanto física como psicológicamente que ya no son aptos para seguir ocupándose de otras tareas y le resultan poco menos que inútiles a sus dueños. Los que se acercan al final de esos cinco años son usados como carnaza para otros luchadores más prometedores para lucirse ante el público, cuestión que tiene dos beneficiados: aquellos que presentan a sus nuevas promesas y los contratantes que quieren deshacerse rápida y limpiamente de una posible molestia de la que no van a poder sacar partido o que incluso puede llegar a hacerles perder dinero.
De los bajos fondos surgen con el tiempo auténticas organizaciones criminales. Estas son escasas y es raro que duren demasiado tiempo, pero existe un puñado que podrían considerarse veteranas. Mafias de gente que pueden llegar a alcanzar semejante poder como para poder tratar de tú a tú a familias nobles. Su principal fuente de poder es el miedo, esto les permite ir adquiriendo cada vez un rol más prominente en la sociedad e influir a menudo con sutileza en aquellos que controlan los flujos del mercado y la justicia de Candance. Si bien no estamos hablando de organizaciones omnipotentes, sí son un rival a tener en cuenta si llegas a interponerte en su camino. Probablemente acabes muerto, aunque siempre podrás huir de la ciudad para escapar de sus garras. Es muy posible que dejes de interesarles si dejas de ser parte del problema, y mucho más ventajoso resulta ayudarles, por supuesto. Sí, entraña cierto riesgo, pero sin riesgo no hay ganancia, ¿verdad?
La supervivencia en Candance viene determinada por algo tan aleatorio y cruel como el azar. Si vienes de una familia con una gran fortuna no tendrás que pasar por todas estos pesares, si eres un desgraciado, cualquier día puede que seas el siguiente en desaparecer.
Al final, todo es cuestión de tener suerte.
Saludos y abrazos.
Tertulia friki