Parasomnia: Las fauces del Abismo

Monster por Emil Mirsell CC-BY-NC

Monster por Emil Mirsell CC-BY-NC

Hay veces en que sabes que están ahí. Más allá de donde la vista alcanza. El depredador acecha a su presa. Quizás estén ocultos en la sombras, o puede ser que bajo tus pies. No estás a salvo, y te encuentras completamente solo. Estás solo. No, no exactamente solo. Tus miedos más irracionales te acompañan.

Esta entrada puede contener imágenes, audios y/o vídeos no aptos por su contenido violento o extraño para todos los públicos. Aconsejo que si eres una persona sensible o no tienes la edad suficiente, pases de largo esta entrada y disfrutes del resto del contenido que ofrece el blog. Estás advertido.

La oscuridad humana no puede ser imaginada, mucho menos aprehendida. Por su mera definición no es abarcable por la mente. Existe en todos nosotros, y de nuestra creatividad se alimenta. Recorremos sus lúgubres y embarrados caminos con fascinación morbosa, anquilosados como estamos en un estado que no es la vigilia ni el sueño. Cada paso que damos retumba en nuestros oidos, pues en el más absoluto silencio los susurros pueden ser gritos espeluznantes.

Nos aferramos a lo que llamamos «la realidad». Eso es lo que nos permite seguir andando, adentrarnos en nuestro particular círculo del infierno. Bajamos un poco más sin perder de vista que, en el fondo, esto no es real. Esto es sólo un sueño enfermizo que se desvanecerá con las primeras luces del alba. A pesar de todo, una extraña inquietud hace presa de nosotros. Poco a poco, con cada sobresalto, dejamos irse a esa realidad un poco más, hasta preguntarnos dónde estamos realmente.

La oscuridad se vuelve más oscura. En la lejanía llegan ecos que no sabes distinguir con claridad. Con cada paso te hunder un poco más en el barro hasta que, sin darte cuenta, te llega ya por las caderas y es inevitable: ya no hay vuelta atrás. Avanzas pensando que esa luz que vislumbras al final te salvará. Es eso o morir. Nadie quiere morir.

Cada paso cuesta más que el anterior, el cieno se pega a tu piel, a tus huesos. La angustia ha hecho presa de ti y sabes que no podrás escapar… pero sigue quedándote la esperanza de que esa luz cálida alivie todos tus males, que pueda purificarte aunque sea con el más ardiente de los fuegos. Avanzas sin descanso, soltando vaharadas de aliento con el cieno del color de la sangre por tu barbilla. Pero ya casi estás. Ya casi has llegado.

Leaving Darkness por Éole Wind CC-BY-NC-SA

Leaving Darkness por Éole Wind CC-BY-NC-SA

En el más absoluto silencio empiezas a darte cuenta de los sonidos a los que no prestamos atención en el día a día. El corazón late en tu pecho a una frecuencia que te sorprende. Suena como una marcha fúnebre, la más macabra de las marchas, una cuenta atrás hasta la tumba. No importa, ya casi puedes rozarla con los dedos, y sientes la calidez de esa luz blanca.

El conocimiento es la maldición de la humanidad. La ignorancia es sólo un fragmento de esa maldición, pero más aterradora aún es la verdad descubierta. Una sola verdad puede dar la vuelta al mundo tal y como conocías. Lo que pensabas que sabías, tus valores ya no tienen importancia. Cuando traspasas el umbral, la luz te ciega. Ya está, es el final del camino. La verdad te será revelada, sólo una ínfima parte de ella que te cambiará para siempre. Dejarás de ser tú, los demás dejarán de verte como siempre has sido. Serás un recuerdo. La mente se rinde ante lo que ha de ser y siempre ha sido. Ya no existes.

Algunos los llaman locos, otros saben que son aquellos que han descubierto verdaderamente una parte de nuestro mundo. Independientemente del resultado, la gente te tratará como un ser roto.

Pero tú no eres así, ¿verdad? Tú despiertas de ese angustioso sueño como si emergieras del pantano y tuvieras que tomar aire. Miras al cielo, que sigue siendo azul, y sonríes. La realidad te ha salvado, te ha traido de la mano de vuelta. Lo cierto es que aún sientes cierta inquietud. Cierta incomodidad.

Tarde o temprano, la noche en la que te sumerjas de nuevo volverá. No te confundas, todo el mundo vaga por esta senda. La diferencia es que la mayoría muere antes de atravesar el umbral.

Go to sleep

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