Primeras experiencias con los juegos de rol
En la última entrada hablaba de una de las muchas formas para introducir a nuevos jugadores en el mundillo del rol pero, ¿cómo fueron las primeras experiencias de los jugadores que ya llevamos una buena temporada jugando? Y es más, ¿qué es lo que nos atrajo? ¿Qué nos hizo a algunos llegar a abrir foros, blogs, videologs y crear nuestros propios juegos? En definitiva, ¿cómo fue nuestra primera partida y cómo nos enamoramos del rol?
Por desgracia, no te puedo explicar más que mi propia experiencia. Cómo comenzó todo y por qué. Aunque es cierto que me encantaría compartir contigo la experiencia de más gente en este campo. Algunos de mis colegas son padres e incluso han dirigido partidas para sus críos, gente que tiene mucha más experiencia y otra que tiene menos o igual sería ciertamente bienvenida a compartir la suya aquí. Ya sabes que dejo los comentarios abiertos a todo aquel que quiera hablar, así que no te cortes. No me enrollo más y empiezo.
Supongo que durante mi infancia y principio de adolescencia ya era en cierto modo proclive a este tipo de diversiones. Desde pequeñito el interpretar a un personaje en juegos con la familia y amigos era bastante normal para mí. Incluso empecé a coleccionar miniaturas de Warhammer con menos de diez años, sin tan siquiera saber qué era eso de los wargames ni nada por el estilo.
Luego me fui enterando de que eso de los juegos de miniaturas (ya jugando a wargames) eran según algunas personas semejante a hacer un ritual satánico o tan peligroso como la ouija y me dió un poco de cosa, la verdad. ¿Por qué querrían mentirme? En mi candidez no pensé en que el principal motivo recaía sobre la ignorancia y el miedo a lo desconocido inherente a la raza humana. De todos modos, seguí jugando hasta encontrar a un compañero de clase en el instituto del cual me hice amigo y compartimos varios días a la semana partidas de Warhammer y tardes enteras charlando esperando al último autobús que me llevara a casa.
Algunas de las anécdotas que este amigo compartía conmigo trataban sobre una partida de rol de El Señor de los Anillos en los cuales él y su grupo estuvieron jugando un par de años o tres. Desde ser simples personajes de niveles bajos hasta que reconquistaron la Tierra Media y cazaban espectros del anillo por diversión. Yo al principio ni sabía de qué me hablaba y el primer verano tras conocerle me leí El Señor de los Anillos, El Hobbit y el Silmarillion todo de una sentada.
Me encantó.
El mundo era fascinante, mucho mejor que los mundos que presentaban en
otras novelas, series de dibujos y mucho más estructurado. Con razas que ya conocía (jugaba a Warhammer, ¿recuerdas?) pero mejor desarrolladas. Los personajes cobraban vida. Unas historias épicas y preciosas. Cuando mi amigo me volvió a hablar sobre sus partidas de rol, me interesaba el doble que antes. Pensaba algo parecido a: «Sería la caña poder jugar con mi propio personaje en este mundo». Nos propuso echar una partida al mismo juego a su novia, una amiga más y a mí. Acepté sin dudar.
Cierta tarde de fin de semana por fin pude probar lo que era jugar al rol. Creamos las fichas de personajes más o menos como nos iba indicando. Una de las cosas que mejor recuerdo es que nos dijo que había varias maneras de elegir raza para nuestros personajes pero, viendo que todos iríamos a coger la más poderosa (los elfos Noldor), nos hizo tirar. Recuerdo que a una amiga le salió un hobbit, a otra un humano y a mí me tocó un elfo Sindar (que supuestamente era la segunda más poderosa). Nos «pertrechamos», acabamos la hoja y directos a la partida.
De la partida en sí, la verdad, tengo recuerdos muy nebulosos. Recuerdo que mirando por un armario en esa primera partida la pifié y menos mal que el director era comprensivo, porque si no a estas alturas habría un elfo menos en el mundo. Todo se quedó en un golpe en la cabeza, unos cuantos puntos de vida perdidos, y a seguir.
Un par de sesiones más y acabó la partida. Recuerdo que tenía que ver con la mano de Saruman y cómo le detuvimos. Fue una partida de varios días, no demasiado intensa y los personajes íbamos a nuestra bola. Las dos chicas de la partida no se movían todo lo agusto que ellas quisieran pero al menos una de ellas volvió a repetir en otras partidas de rol, aunque sólo en un par de ellas.
Al final de la partida tampoco es que me entusiasmaran los juegos de rol. Me lo pasé muy bien, de verdad, pero no me picó realmente el gusanillo. Más tarde por curiosidad me compré una revista de rol (no recuerdo cuál fue concretamente, puede que la Dragón) y me la leí de arriba a abajo. Me fijé en un juego llamado Vampiro: La Mascarada (¡me encantan los vampiros!) y aunque la división por clanes no me llamó mucho la atención, le hablé a este amigo del juego.
Terminó por convencerme a base de recreos y tardes juntos de que necesitarían un máster o director de juego para el grupo y me dijo que lo sería yo (y no recordaba haberme presentado voluntario, de verdad, incluso pensaba que el director era el único que no jugaba al juego). Dí mi consentimiento a regañadientes y me hice con el juego. Mi primer juego de rol ahorrando mi propio dinero. Recuerdo esa tarde en Atlántica, la tienda de rol que continúa aún existiendo en Madrid, (Plaza Luna, por cierto, por si te interesa pasarte algún día) y la ilusión con la que comencé. Cómo devoré el libro leyéndomelo varias veces seguidas y cómo preparé mi primera partida.
En fin, la nostalgia finalmente acabará por hacerme escribir algo tres veces más tocho de lo que ha quedado la entrada al final y no quiero. Digamos que así es como empecé yo en los juegos de rol. ¿El cómo llegó a interesarme tanto? Esto lo dejo para otro momento.
Ahora viene la gran pregunta. ¿Y cómo comenzaste tú en el mundo del rol? ¿Cuál fue tu primera experiencia? ¿Estarías dispuesto a probarlo si no has jugado nunca?
¡Un abrazo muy fuerte!
Tertulia friki